En un rincón semioculto
de la campiña alavesa
hay un humilde molino
de bella rusticidad;
los molineros ancianos,
y una nieta a quien adoran
tranquilos pasan las horas
escuchando al molino cantar.
Molinero, molinerito,
molinero de Legardaguchi
tan humilde y tan viejecito
trabajando siempre con afán;
molinero, molinerito,
pon en marcha pronto tu molino,
que mi amada quiere ver la harina
que después se convertirá en pan.
Tanto echar grano a las tolvas
y oir cantar tu molino,
tan blancos como la harina
tus cabellos blancos son;
molinero, molinero,
dale tregua a tu molino
que ya está viejo y cansado
cual tu propio corazón.
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1 comentario:
Es muy reconfortante recuperar las letras de canciones que uno canto en su infancia, juventud y soltería...
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